Una de las primeras lecciones de vida que nos enseñan nuestros padres cuando niños es, sin duda, aquella que a la letra dice: «No hablarás con extraños y no aceptarás nada de ellos», enseñanza que está muy clara en «Las Brujas» («The Witches», Robert Zemeckis, 2020), y que arribará este 29 de octubre a los cines de México, justo en el fin de semana que enmarca al Halloween y Día de Muertos.
Esta nueva versión de la novela de Roald Dhal, y que en 1990 («The Witches», Nicolas Roeg), tuvo una producción de Jim Henson con brujas como salidas de «El Cristal Encantado» («The Dark Crystal», Jim Henson y Frank Oz, 1982), está producida, entre otros por Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, este último, responsable del guion junto con Zemeckis y Kenya Barris.

Para la versión 2020 la historia no se ubica en Noruega (tierra natal de Dahl), sino que nos ubican en Alabama, Estados Unidos, en 1968, tiempo en el que el racismo está a flor de piel, y si bien no se menciona abiertamente, sí hay una cierta tensión racial a medida que avanza la historia.
Como todo remake que se precie, esta versión ha encontrado en las redes voces discordantes que critican, entre otras cosas, la caracterización de las brujas (parecen Venom, preferimos la versión de los 90, etcétera), pero la forma en que está contada, siento yo, es adecuada para ahora, e incluso un poco más oscura que la versión de 1990.
La historia nos sitúa en un salón de clases en Estados Unidos. Un grupo de niños reciben una lección por parte de una voz (Chris Rock) que dice haber sobrevivido a los ataques de las brujas y da las principales características de éstas para que los niños se cuiden de ellas y sus planes en contra de ellos.
De esta manera, con un flashback, la voz nos lleva de vuelta a Chicago, su ciudad natal, en donde tras un accidente conocemos al protagonista (Jahzir Bruno), quien queda huérfano y va a vivir con su abuela (Octavia Spencer), una mujer amorosa, quien lo adopta con mucho cariño y busca que sea feliz. Ella, además es un poco hechicera y tiene una historia pendiente con las brujas.

Un día, en la tienda de su pequeño pueblo, nuestro héroe recibe una propuesta de una mujer, quien le ofrece un caramelo. Él se asusta y le cuenta a su abuela ese encuentro. Es el momento en el que ella le cuenta cómo su amiga Alice (Ashanti Prince-Asafo) es víctima de una maldición y la convierten en gallina.
Además de las diferencias de ubicación de las dos versiones de «Las Brujas» (Noruega e Inglaterra, en 1990, Alabama, 2020) la historia de la mejor amiga de la abuela difiere. En la versión de hace 30 años, la mejor amiga es trasladada a un cuadro, y en 2020 la transforman en gallina.
La abuela, para proteger a su nieto habla con un familiar de ella, quien fue chef de uno de los hoteles más lujosos de Alabama, y le pide que le consiga hospedaje en este complejo, ya que «las brujas no se meten con los niños ricos».
Lo que no sabía la abuela es que en este hotel se desarrollará la cumbre internacional de brujas en la que la Gran Bruja (Anne Hathaway), seductora mujer con características de dragón y serpiente, transmitirá su plan a las brujas para convertir a los niños en ratones y aplastarlos para así estar libres de ellos y su hedor.
En esta parte es cuando se desarrolla la acción. Destaca Stanley Tucci en el papel del señor Stringer, estricto gerente del hotel en cuestión, quien tiene que sufrir los arranques déspotas de la Gran Bruja.
Es en este momento donde los efectos especiales juegan un papel importante, tanto en la caracterización de las brujas como en la transformación de los niños en ratones, porque aprovechan la tecnología para generar en una seductora Hathaway elementos de horror que si bien son chocantes a la vista no podemos apartar la mirada de ellos. La transformación de su rostro con una gran boca, con dientes afilados y lengua bífida puede sacar el susto a los más pequeños, además, el vestuario, especialmente el vestido morado con una serpiente alrededor del cuello, que cobra vida, es parte fundamental de la caracterización.
Otro aspecto que destaco de la producción es que el universo de Dahl es muy claro. Hay referencias a la Fábrica de Chocolate de Willy Wonka con los caramelos que las brujas quieren dar a los niños, especialmente las barras de chocolate y el mensaje de fondo que deja en los niños «no confíes en extraños, por muy seductores que estos parezcan».
En resumen, «Las Brujas» de 2020 es una versión que viene a refrescar lo que ya habíamos visto de la versión de 1990. Ambas películas son buenas en el contexto en el que fueron desarrolladas, y no es sensato establecer comparaciones entre ellas. Si bien la de 1990 utilizó maquillaje y puppets para las transformaciones, la de 2020 utiliza CGI, lo que le da más dinamismo. Si en la de 1990 la abuela era alguien que buscó luchar con las brujas y perdió un dedo, en 2020 tenemos una abuela que no se rinde ante nada y que además de la amenaza de los seres mágicos, tiene que lidiar con vivir en un estado como Alabama en 1968.
Yo recomiendo ampliamente la experiencia y darle la oportunidad a esta nueva versión que atraerá a públicos más del siglo 21. es una buena oportunidad para que los niños vivan la experiencia de vivir el terror en el cine disfrutar un clásico de la literatura infantil.
Le damos 4 estrellas de 5.