Existe en Costa Rica una idea, prácticamente un mito, que habla de que es el país con más gente de raza blanca en Centro América dando por sentado que son el grupo dominante en este país centroamericano.
Es precisamente este mito el que el cineasta Gabriel Serra (Managua , 1984) busca desmontar con el largometraje documental «El Mito Blanco» (Nicaragua-Costa Rica-México, 2020), mismo que este 22 de noviembre inició su andadura por los festivales en la edición 35.2 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG).
«Casualmente viajé a Costa Rica y estando en la ciudad de San José (…) me encontré con este personaje o esta cosa grande, pesada, ruidosa, tenebrosa que atravesaba toda la ciudad y que transportaba a un millón de habitantes de este a oeste para que vayan a trabajar a la ciudad», comentó Serra, quien en 2015 estuvo nominado al Óscar por cortometraje documental con «La Parka».
«Me parece que había mucha diversidad racial en sólo el tren, es una película de rostros, una película en un país que para nosotros en Centro América es como un modelo a seguir en muchos sentidos, un país que no tiene ejército, que decidió invertir en educación y se nota, digamos, la calidad de vida es mucho mejor que la del resto de lugares (…), pero tenía estas cosas, estos espacios y estas comunidades tan representativas, pueblos originarios (…) investigué luego de ese viaje en tren y me encontré con que lo habían construido puros migrantes a finales de 1800, afroantillanos, nicaragüenses, chinos, y por petición gubernamental, italianos, y esa migración que se trajo era para ‘mejorar la raza’ y que pudieran mezclarse con la gente que ya había ahí y tener una mejor posición frente a la región, ese pensamiento y a partir de ese entonces se empezó a impartir en las escuelas, que ellos eran más blancos que el resto de Centro América, y ese pensamiento ha perdurado en el tiempo, hasta la actualidad».

La exhibición de de estreno se dio en la Sala 4 de la Cineteca FICG, y tendrá otras dos funciones, el 23 de noviembre a las 18:50 horas, en la sala 6 de Cinemex Sania, y el 24 de noviembre a las 19:20, en la sala 2 del mismo complejo cinematográfico.
Abordando un tren que cruz el país, Serra lleva al espectador a tres realidades costarricenses, la de los refugiados nicaragüenses que huyen de su país por la situación política que viven en él y viven en El Carpio, una comunidad de escasos recursos; la de los indígenas Ngäbe, que sobreviven en las plantaciones de café y los afrodescendientes, quienes llegaron a cosechar el cacao hace dos generaciones y ven como a medida que pasa el tiempo van formando familias de mulatos y cuentan con escasas posibilidades para salir adelante.
Filmada en blanco y negro, esta película conmueve al espectador, quien se enfrenta a tres realidades que podría pensar no existen en este tiempo.
«El blanco y negro nació de una propuesta que hizo Odei Zavaleta, el fotógrafo, yo quería un poco poder disfrutar de la película de otro lado, porque cuando sos fotógrafo, la técnica muchas veces te come el no poder relacionarte con las personas (…) y yo comencé a darle una racionalización a esa idea del blanco y negro, es decir, bueno, blanco y negro, pero ¿cómo vamos a usar esto a favor de la película? y bueno, como es un hito fundacional hecho alrededor de 1900 estamos hablando de algo que sucedió en el pasado, pero se repite en el presente, entonces esa fue una de las primeras razones que nos gustó mucho, no sólo por la onda estética bella.
«Y lo segundo fueron un poco las pieles, para que pudiéramos hablar de un país verde, que se vende como verde también (esa fue otra de las razones) que se vende por su exuberancia natural, pero no vamos a ver esa exuberancia con colores, vamos a ver los rostros y vamos a mimetizar, a tratar de mimetizar con el blanco y negro, entonces fue un poco eso», señaló Serra.
Esta cinta, que compite en la sección de largometraje iberoamericano, tuvo su estreno mundial en Guadalajara y desde este espacio le damos 5 estrellas de 5.