Ubicado en The Landmark, este restaurante ofrece lo mejor de la cocina gaucha del sur de Brasil en una grandiosa atmósfera
Los rodizios brasileños se han ganado la fama mundial por la calidad y el sabor de sus cortes de carne, sin olvidar que para el comensal es toda una experiencia que llena absolutamente los sentidos, y eso es algo que Fogo de Châo Landmark cumple a cabalidad.
A dos años de su llegada a Guadalajara, este rodizio se convierte en toda una experiencia para el visitante, quien desde su arribo puede verificar que ha llegado al lugar adecuado para degustar los sabores tradicionales de la gastronomía brasileña.








Ubicada en The Landmark, Fogo de Châo abrió sus puertas hace dos años para ofrecer la mayor experiencia brasileña, rodeada de un gran ambiente y total amabilidad.
En nuestro caso acudimos a degustar una deliciosa cena, la cual se complementó con el buen trato de Gerardo, quien fue el mesero que nos guió por la experiencia gastronómica y Leonardo, el capitán de meseros.
Al sentarnos frente a uno de los amplios ventanales del lugar, pudimos disfrutar de la vista nocturna del área de Andares y su trajín diario en el horario nocturno.
La primera opción que se nos ofreció fue la bebida. Optamos por las tradicionales caipirinhas (110 pesos), bebida brasileira, cuyos variados sabores provocan la primera decisión de la noche. En mi caso opté por la de limón, pero también hay de frutos rojos o mango habanero.
Al arribar las bebidas, Gerardo nos explicó la mecánica de la experiencia, denominada churrasco (599 pesos). Contamos con una barra de ensalada (la cual es punto y aparte por su gran variedad de alimentos que incluyen frutas, verduras y carnes frías, con amplio surtido de aderezos). La tentación de disfrutar de ella es muy grande, pero el consejo es que sea moderado, porque lo que viene después, es muy superior.
Los platos fuertes, el corazón de esta churrasquería son, precisamente los cortes, que constan de 16 diferentes tipos. En ellos se incluyen cuatro proteínas, res, cerdo, pollo y cordero. Para solicitarlos se utiliza la técnica del «semáforo». Un círculo de color verde por un lado y rojo por el otro que indican al mesero que estamos dispuestos a seguir disfrutando de los diferentes platillos que se ofrecen.
Antes de que empezara el carrusel de cortes, Leonardo nos ofreció un delicioso jugo de carne que sirvió para preparar las papilas gustativas a los grandes sabores que llegarían a nuestros paladares.
Filet mignon, pierna de pollo a la cerveza, costela de porco, linguiça, pierna de cordeiro, son algunos de los cortes que se nos ofrecieron. No hay que olvidarnos tampoco de la tradicional picanha, ni tampoco la piña asada con canela (80 pesos), la cual está en su punto y muy jugosa.
En lo personal, mis favoritas fueron el filet mignon y la picanha. Todos los cortes fueron solicitados en término medio, el cual fue respetado al momento que llegaban al plato.
Tras disfrutar la caipirinha se puede seguir en ambiente brasileño. Gerardo nos ofreció bebidas y nos decidimos por una guaraná Antarctica (80 pesos). Una bebida gaseosa de sabor dulce que fue el complemento perfecto para las carnes.
Al llegar a los postres elegimos una crema de papaya (95 pesos), ideal para continuar con la charla y un cheesecake (110 pesos) lleno de sabor.
Como parte del ambiente pudimos ser testigos de dos cumpleaños, en los que los festejados fueron consentidos con un pastel con su vela y una versión en portugués del «Happy Birthday», que se traduce en «parabens a vocé».
En resumen, la experiencia brasileña en Fogo de Châo Landmark es total y digna de ser repetida.